Estos últimos domingos al presenciar el programa de Jesús Calleja me he dado cuenta de lo rápido que pasa el tiempo y lo certeramente que... ¿involucionamos?
Recuerdo hace años – finales de los setenta (siglo pasado) – cuando una pelí tocaba el tema de las emisiones televisivas en directo y las mostraba como un despreciable asunto del futuro.
El film trataba como captaban en directo las últimas semanas de un hombre aquejado de cáncer. La persona que lo acompañaba – una vez ganada la amistad o el amor del protagonista – se hacía instalar una cámara en el globo ocular. De tal forma el personaje principal no podía saber nunca que estaba siendo filmado en directo, y delante de millones de personas, iba desgranando sus sentimientos más íntimos hasta llegar a la agonía.
Por cierto, lamento No recordar el título de tan espléndido metraje.
En la actualidad los “Reality Show” (Chous Reales) son un hecho de tal magnitud que muchas de sus emisiones se cuentan entre las más populares de nuestra masificada sociedad.
¡Aviso! Para quien no se haya dado cuenta a “estas alturas:” Ya estamos en el futuro. Y el morbo, la muerte en directo, las peripecias por las que nunca seremos capaces de atravesar debido a nuestros físicos laxos, mentes débiles, y mal preparadas en nuestra distorsionada actualidad, nos atraen igual que a las moscas la mierda.
Es más, soy de los que creen que tras presenciar el programa del Señor Calleja habrá una serie de lamentables casos que espero no se traduzcan en muertes irresponsables. Debido a que quienes presencian dichos programas no están, para nada, involucrados en su realidad; sino dulcemente recostados sobre un sofá tomando una ración de Telepizza con Coca Cola, patatas fritas y palomitas.
Temo que tras presenciar la aparente desenvoltura con la cual nuestros héroes culminan sus hazañas, creyendo asimilada la lección que el Señor Calleja nos imparte, algunos, de forma irresponsable, decidan lanzarse a la aventura por sus propios medios.
Aviso: ¡La montaña no es moco de pavo!
Y más cuando yo mismo, de forma irresponsable, me apunté a escalar un volcán de sólo: 2.845 metros en Chile, en el que si no fallecí en parte se debió a una gran dosis de fortuna.
Así pues me limito a recomendar a quien de repente le entren las inusitadas ganas de vivir una aventurita, antes de nada, se inscriba en un buen club de montaña y permanezca, como mínimo, un par de años preparándose con personas experimentadas.
La realidad no tiene que ver con los Chous Reales.
Finis coronat opus: “El fin corona el esfuerzo realizado.”
Un abrazo.
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José Fernández del Vallado. Josef 2009.